Por Melvin Mañon
La gran contraofensiva teórica de los sectores mas conservadores de EEUU tuvo su máximo exponente en la Escuela de Chicago. Conceptualizada a raíz de la Segunda Guerra Mundial pero formulada y lanzada a mediados de los años 60 del siglo pasado, la reacción conservadora se centró en dos ejes y no se ha desviado de estos en ningún momento. Sea en Bilderberg, en Davos, en Bruselas, en la Brooking Institution, el New American Century o Wall Street, los poderosos, temerosos del comunismo como alternativa y como instrumento de presión para forzar reformas democráticas, elaboraron una agenda y procedieron a aplicarla con rigor.
Primer eje:
despojar de derechos, conquistas, beneficios y unos pocos privilegios
económicos y legales adquiridos a los trabajadores de todo el mundo no
comunista quienes habían alcanzado esos logros precisamente a causa del miedo
que inspiraba a esos sectores conservadores la existencia de los países
comunistas. Para esta etapa, esos sectores conservadores aplicaron a partir de
los años 70, la llamada “shock doctrine” o “doctrina del choque” que fue
inaugurada oficialmente con el golpe de estado de Pinochet en Chile. Con
variantes, ajustes y retoques, con violencia donde hizo falta, con propaganda,
con presiones suaves o fuertes aplicadas por los organismos internacionales,
por los bancos y con la protección del Consenso de Washington el modelo se
impuso en casi todo el mundo. Todavía, bajo la bandera del modelo neoliberal,
este eje sigue vigente.
Segundo eje:
perseguía desmontar el clima, las instituciones y los procedimientos
democráticos, o lo que es lo mismo, el estado de derecho que había logrado
consagrar ciertos niveles de seguridad ciudadana, respeto a la ley, libertades
públicas y derecho de los pueblos a la autodeterminación. Para secuestrar
primero y desmantelar después este entorno democrático, ha servido la “guerra
contra el terrorismo” después del l 11 de septiembre de 2001 que las
condiciones de opinión pública,
desmantelamiento de la oposición democrática y control mediático estuvieron
maduras. El 9-11 en Estados Unidos, como implican numerosas teorías
conspirativas una acción que desde muy temprano fue detectada por sectores
conservadores, vía las agencias de seguridad las cuales tuvieron conocimiento
de lo que se tramaba y pudiendo impedirlo dejaron que ocurriera de manera que
pudieran justificarse todas las medidas de seguridad que vendrían a
continuación o lo que es lo mismo, el desmantelamiento del estado de derecho,
de las libertades públicas y del orden internacional. Así tuvieron la excusa perfecta.
La “Doctrina del
shock” y “la guerra contra el terrorismo” comportan como premisas
condicionantes:
1.- la
bancarrota del socialismo en la URSS y el desmonte de todo el campo socialista
además de despejar el escenario de competidores geopolíticos crearon un vacío
moral e ideológico todavía hoy no superado del todo. Aunque este es un proceso
históricamente transitorio fue percibido presentado y transmitido como
definitivo y final.
2.- la
sustitución de todas las agendas nacionales de lucha democrática,
revolucionaria o progresista que pasaron a la defensiva abrumadas por el poder
mediático, por el poder político y por el control económico conservador. De
repente la “revolución” dejó de tener sentido y futuro y el mismo vencedor se
ocupó se suministrar y alentar otras causas en las cuales la gente de cualquier
país pudiera ocupar su espíritu de lucha, su vocación de servicio e incluso un
medio de vida.
Mientras el
mundo fuera de la República Dominicana se acerca a una catástrofe alimentaria y
humanitaria, mientras la isla se calienta como un fogón, mientras la
inseguridad ciudadana causa estragos en la conducta y los autores del fraude
electoral se apertrechan tras las defensas que a tales fines construyeron,
muchos dominicanos progresistas están discutiendo si los transexuales deben
entrar o no a los baños de hombres o de mujeres, si la homosexualidad es
adquirida o genética, si la agenda LGTB es pertinente, si la educación sexual
en las escuelas es apropiada, si la violencia de género esto y la violencia
intrafamiliar lo otro. No sugiero ni digo que no sean problemas, que si lo son,
simplemente, no son “el problema”.
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