Alvin
Reyes
El rebaño pasta mansamente, el
pastor vigila. La manada olfatea el aire, siente el olor del agua y actúa en
consecuencia.
El rebaño se siente seguro dentro
de su cerca. No teme a los lobos, para eso están el pastor y sus perros, para cuidarlas. La manada
advierte el peligro y huye, defiende a los más pequeños, es aguerrida, no se
rinde.
El rebaño sigue a la oveja que se
le ha puesto la campana. Camina de manera automática siguiendo el camino de que
traza el sonido de la campana, un camino que ha sido recorrido antes por el
pastor y sus perros.
La manada sigue al líder, en
quien confía, aquel que lleva sobre su pelambre las heridas de las batallas en
defensa de la manada. El líder de la manada no ha sido puesto por nadie se ha
ganado su jerarquía a base de gruñidos, mordeduras, coces y zarpazos.
El rebaño sigue los pasos de la
campana de manera maquinal. La manada confía en su líder.
Y mientras pasta mansamente el
rebaño ignora su destino. Pasta y no sabe que su destino esta sellado por los
apetitos del pastor y su familia, de los precios de su carne en el mercado. El
destino de la manada es incierto pero al menos está en manos de ellos cruzar el
rio y ahogarse en el intento o llegar al otro lado y tener un pasto más fresco.
Nuestra civilización occidental postmoderna
no es más que un rebaño. La oveja de la campana son los encantos de la moda y
el mercado. Maquinalmente hacemos filas por días delante de una tienda o de un
cine si detenernos siquiera a pensar si el articulo lo necesitamos o si la película
vale la pena. Políticamente no somos capaces de elegir un candidato que llene
nuestras expectativas votamos motivados por encuestas manipuladas. Día a día
suscribimos verdades prefabricadas sin investigar mínimamente la autenticidad
de la información.
Debemos recobrar el espíritu de
la manada para que los de arriba nos teman. Tenemos que ser capaces de generar auténticos
líderes que tracen un camino distinto, un camino alejado de los parámetros
dictados por las apetencias del mercado. Una humanidad con el espíritu de una
manada sería una humanidad irreductible.
Lamentablemente ese espíritu está
languideciendo, somos zombies atadas a la pantalla de un ordenador si nos dicen
Curry, gritamos Curry!! Si nos dicen Messi gritamos Messi!! Y si nos dicen que
hay que coronar a la Clinton, la coronamos no importan unos cuantos emails
borrados. Total somos obedientes.
Somos un rebaño adoctrinado pero
algunos aun conservamos el espíritu de la manada y olfateamos el aire, oteamos
el horizonte y saltamos el cerco…
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