domingo, 26 de agosto de 2012

"Tengo que buscar en la basura para llegar a fin de mes"

Por EDUARDO MURIEL. Publicado en Publico.es

 
No queda mucho para la medianoche cuando Pedro, un jubilado de 70 años, se acerca a un Carrefour Market en el centro de Madrid y deja discretamente su carro de dos ruedas frente a la puerta. El establecimiento lleva un rato cerrado y sólo queda un par de empleados dentro. Pedro se aleja del carro, mira a la puerta, se distancia un poco más y permanece a la espera. 

Unas semanas antes, el gerente dio la orden a los trabajadores de sacar la basura justo cuando pase el camión de recogida, de modo que nadie pueda llevarse nada de los contenedores. "La cantidad de personas que se acercaba a por comida era ya demasiado grande", asegura el jefe del establecimiento. Por eso, Pedro no quiere llamar la atención y espera que, como cada semana, los empleados hagan la vista gorda y le permitan coger algo de la comida "que hay por arriba, sin rebuscar demasiado". 

"Vengo una vez por semana, y cojo sobre todo fruta y verduras", explica con media sonrisa este mecánico retirado que no llega a fin de mes con sus 400 euros de pensión. "Tengo cuidado de que estén empaquetadas, poco dañadas, y que luego se puedan pelar", añade, y asegura que con la cantidad que recoge semanalmente consigue sobrellevar su situación económica.

Poco después de la llegada de Pedro, se acerca una mujer de piel oscura con dos bolsas de plástico y ambos entablan una conversación distendida. En las noches más tranquilas, el goteo de personas que se acercan a buscar lo que el supermercado desecha es incesante y Maira, dominicana de 34 años y madre de un hijo, es otra de ellas. "Vengo a coger fruta, leche y otros alimentos que no estén muy dañados y se encuentren dentro de fecha", cuenta. 

La joven, que ha trabajado durante años como cuidadora de niños y que ahora está en paro, asegura que ha acudido en varias ocasiones a comedores sociales y a iglesias para pedir ayuda, pero la comida que le suministran no es suficiente. "Tengo que sacar adelante a mi hijo y, aunque tengo el apoyo de mis hermanos, la cosa está demasiado mal, necesito hacer esto", afirma. Maira es aún una novata. "Es la primera vez que vengo sola, pero ya vine la semana pasada con una amiga ecuatoriana que también recoge comida. Ella fue la que me animó", comenta.

Mientras, a pocas calles de distancia Antonio, el gerente de un AhorraMás, entrega una bolsa con alimentos básicos a un hombre que lleva todo el día pidiendo una ayuda económica a los clientes al pasar por la puerta. "Normalmente, si se cae algún producto o se daña un poco el envase hay que tirarlo, así que de vez en cuando le doy algunos", explica, aunque reconoce que la mayor parte de la basura la tiran, después de triturarla para que nadie la recoja. "Me da mucha pena tirar tanta comida, pero es la política de la empresa", se justifica.  

Escenas como éstas se repiten en la mayoría de las calles de Madrid, una ciudad que cuenta, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, con 1'4 millones de personas en riesgo de exclusión y casi un millón por debajo del umbral de pobreza, mientras que buscar en la basura puede acarrear una multa de 750 euros. Sin embargo, la decisión del alcalde de Girona de sellar los contenedores para evitar estas escenas evidencia que el fenómeno es común en otros lugares del país. 

El despilfarro de comida, en el debate público

El Sindicato Andaluz de Trabajadores, que la semana pasada realizó una acción de "expropiación" de alimentos básicos en un Mercadona sevillano, ha colocado en el debate público las dificultades que atraviesan decenas de miles de familias tras las últimas oleadas de recortes. El alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, aprovechó la cobertura mediática para proponer que los productos de consumo de las grandes superficies fueran donados cinco días antes de su fecha de caducidad. "Hay 1.700.000 familias con todos sus miembros en paro y se les está acabando el subsidio por desempleo. ¿De qué van a comer ellos?", espetó.

Lo cierto es que buena parte de los alimentos que diariamente se tiran en los supermercados se encuentran en condiciones aptas para el consumo. Así lo reconoce un gran número de gerentes de establecimientos consultados por Público, quienes indican que días antes de su fecha de caducidad —varía según la cadena de supermercados— los alimentos son arrojados al contenedor aunque estén en condiciones óptimas. En algunos de ellos, debido a "políticas de empresa", trituran la comida o abren las cajas de leche y zumos cuyos envases se hayan dañado, aunque no se haya visto perjudicada la calidad del producto, y, sobre todo, tratan de esperar a que pase el camión de la basura para sacar los contenedores del establecimiento. 

La entidades benéficas, colapsadas 

Según un estudio elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, los supermercados no suelen donar a ONGs o bancos de alimentos, y sólo un 20% asegura realizar esta práctica. Sin embargo, ellos no son los únicos que tiran comida diariamente, sino también los restaurantes, que, según otro informe, elaborado esta vez por la Federación Española de Hostelería y Restauración, arrojan al año cerca de 63.000 toneladas a la basura. 

Mientras tanto, los bancos de alimentos, que han visto cómo la demanda de comida ha crecido un 45% en el último año, no dan abasto en medio de una dura crisis que golpea a multitud de hogares españoles y ha obligado a muchos a recurrir a entidades sociales para obtener productos de primera necesidad. El Banco de Alimentos de Madrid, por ejemplo, tiene una lista de espera de unas 15 organizaciones. "Nos vemos obligados a rechazar muchas solicitudes porque no hay alimentos para todos", lamentaba Agustín Alberti, portavoz de la organización, hace un par de meses.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Quiénes son los consumidores de mañana?

Por

Publicado en Project Syndicate


SINGAPUR – Los precios de las acciones de compañías de marcas de lujo se derrumbaron en julio, después de que sus resultados financieros desilusionaron a los inversores, en gran medida debido a una caída en las ventas en mercados emergentes, especialmente China. Mientras tanto, los informes noticiosos indican que los centros comerciales de alta gama en India y China están cada vez más vacíos.

¿Qué está sucediendo? Muchos analistas habían pronosticado que los mercados emergentes generarían un crecimiento exponencial en la próxima década. Pero ahora se dice que la crisis global está desacelerando estas economías y sofocando el gasto discrecional.  

Sin embargo, realmente no se le puede echar la culpa a una desaceleración del crecimiento económico de China de que las ventas de productos de lujo hayan caído o los centros comerciales estén vacíos. La tasa de crecimiento anual de la economía china de 7,5 billones de dólares se desaceleró a 7,6% en el segundo trimestre, con respecto a 8,1% en enero-marzo -difícilmente una causa de pánico-. Es más, las dos terceras partes de la caída son atribuibles a una menor inversión y no a un menor consumo. Si bien China tiene muchos problemas estructurales de largo plazo, no está cayendo exactamente en una recesión. 

El verdadero problema es que muchos analistas habían exagerado el volumen del segmento de productos de lujo en los mercados emergentes. China es por lejos la principal economía de mercados emergentes, con 1,6 millones de hogares que se pueden calificar de "ricos" (con un ingreso anual disponible de más de 150.000 dólares). Pero esta cifra se compara con 4,6 millones en Japón y es sólo una fracción de los 19,2 millones de hogares ricos en Estados Unidos. La cantidad de hogares ricos representa apenas 0,7 millones en India y un millón en Brasil. 

El punto es que los países desarrollados siguen dominando el segmento de ingresos que puede acceder a productos de lujo. El crecimiento explosivo registrado por este segmento en los mercados emergentes en los últimos años reflejó un ingreso a mercados anteriormente no explorados, con la subsiguiente desaceleración que resulta de una saturación. La cantidad de hogares de altos ingresos sigue creciendo, pero no lo suficiente como para justificar las tasas de crecimiento del 30-40% que esperaban algunos. 

Esto no significa que hayan desaparecido las oportunidades de crecimiento en los mercados emergentes, pero sí es necesario volver a calibrar las expectativas. A pesar del auge económico de la década pasada, China aún tiene 164 millones de hogares que se pueden calificar de "pobres" (con un ingreso anual disponible de menos de 5.000 dólares) y otros 172 millones que son "aspirantes" (entre 5.000 y 15.000 dólares). De la misma manera, India tiene 104 millones de hogares pobres y 107 millones de hogares aspirantes. 

La historia real en las próximas dos décadas será el cambio de estos países a una condición de clase media. Si bien otras regiones emergentes experimentarán un cambio similar, Asia dominará esta transformación.
Un estudio del economista Homi Kharas de la Brookings Institution nos permite percibir la magnitud del cambio. Kharas calcula que el 18% de la clase media del mundo vivía en Norteamérica en 2009, mientras que otro 36% vivía en Europa. El porcentaje correspondiente a Asia era 28% (incluyendo Japón).

Pero las proyecciones de Kharas sugieren que Asia representará las dos terceras partes de la clase media del mundo en 2030. En otras palabras, Asia desplazará no sólo a Occidente, sino también a otras regiones emergentes. Esta es la verdadera oportunidad de negocios. 

Por supuesto, el ascenso de la clase media de Asia no es el único cambio que deberíamos esperar. Estamos en medio de un cambio social y demográfico que destruirá y a la vez creará mercados de consumo. El proceso de envejecimiento de los mercados desarrollados es bien conocido, pero los últimos datos revelan que los mercados emergentes están envejeciendo a un ritmo aún más rápido. 

La edad mediana de China hoy es 34,5 años, comparado con 36,9 años en el caso de Estados Unidos. Sin embargo, el chino promedio tendrá 42,5 años en 2030, comparado con 39,1 en el caso del norteamericano promedio. El ruso mediano será incluso más viejo, con 43,3 años. 

El impacto del envejecimiento ya se está sintiendo en los sistemas educativos de estos países. La cantidad de estudiantes registrados en escuelas primarias en China cayó 18% desde 1990, y un asombroso 33% en Corea del Sur. En el otro extremo de la escala demográfica, el porcentaje de gente mayor está creciendo de manera explosiva.  

Mientras tanto, la naturaleza de la unidad básica de consumo -el hogar- también está cambiando rápidamente. En la mayoría de los países desarrollados, la familia nuclear tradicional está en franca caída y está siendo remplazada por hogares compuestos por una sola persona. En Alemania, por ejemplo, el 39% de los hogares son unipersonales. Las parejas con hijos hoy representan el 19% y el 22% de los hogares en el Reino Unido y en Estados Unidos, respectivamente.

Sin embargo, no todo tiene que ver con la atomización de los consumidores. Al mismo tiempo somos testigos del resurgimiento de la familia extendida multigeneracional: el 22% de los adultos norteamericanos en el grupo de 25-35 años vive con sus padres o parientes. Por el contrario, la familia extendida en la India está cediendo terreno frente a las familias nucleares, que hoy representan el 64% de los hogares. 

Todos estos cambios afectarán profundamente el futuro de los mercados de consumo. Por ejemplo, necesitamos adaptar nuestra imagen mental de la familia nuclear de los suburbios de Estados Unidos a las ciudades de rápida expansión de la India. En el mismo sentido, nuestra imagen mental de la familia extendida multigeneracional tiene que incluir las de Occidente. En el centro de este nuevo paisaje de consumo estará una Asia que envejece pero cuya clase media es cada vez mayor.

miércoles, 8 de agosto de 2012

“Me enteré de mi despido en el cajero”

 María Hervás / Elena G. Sevillano Madrid.
 Publicado en El Pais
 
“Llegué a las diez de la noche a la estación de Chamartín después de una semana de vacaciones. Me acerqué al cajero automático a sacar dinero para coger un taxi. De repente vi que tenía 12.000 euros en mi cuenta. Pensé que el cajero se había vuelto loco porque solamente tenía 2.000 euros de ahorro. Al día siguiente volví a meterme en mi cuenta y vi que tenía un ingreso de 10.000 euros. En el concepto se podía leer: Indemnización por despido. Así me ha echado a la calle la Universidad Rey Juan Carlos”. El relato corresponde a una profesora de Estadística de esta universidad pública de Madrid, que recibió el finiquito el jueves pasado. El burofax en el que le notificaban la carta de despido no llegó hasta el día siguiente.

No tuvo tiempo para reclamar. La Universidad Rey Juan Carlos (URJC) —con 1.653 docentes— cerró por vacaciones justamente el viernes al mediodía hasta el próximo 20 de agosto. Tampoco ha podido informarse F. G., profesor contratado desde 2003. “Para acceder a esta categoría es necesario pasar un proceso de acreditación por parte de una agencia nacional o autonómica, independiente de la universidad. Por ejemplo, yo estoy acreditado por la agencia nacional Aneca, que verifica que tenemos la experiencia docente e investigadora necesaria”.

Como ellos, otros nueve docentes, también contratados doctores (es decir, personal no funcionario pero indefinido), fueron despedidos la semana pasada, en plenas vacaciones, sin previo aviso. La URJC no precisó a este diario si hay o habrá más. “Primero te mandan el dinero y luego te dicen que es porque te despiden”, se queja Clara Simón, profesora doctora de Estadística, que también se enteró a través de la inesperada transferencia bancaria. El centro asegura que ha cumplido con la normativa laboral al comunicar los despidos.

Los docentes no tuvieron tiempo de reclamar porque la URJC cerró por vacaciones el mismo día en que les llegó la carta de despido.

La Rey Juan Carlos justifica en la carta de despido de 13 páginas que debe ajustarse al último recorte impuesto por la Comunidad de Madrid en la ley 4/2012, que consagra un tijeratazo de 175 millones en las seis universidades públicas de la región. En el caso de la URJC, supone recortar entre 15 y 16, según el escrito. Otro de los argumentos que esgrime es la carga lectiva en los departamentos afectados, según el centro, escasa, por debajo de la media. En el caso de Estadística, los docentes afirman que el centro lleva dos años quitándoles asignaturas y que ellos no deberían pagar por la “mala organización”.

 
Extracto bancario de otra docente en el que aparece el finiquito y el día en que se hizo la transferencia.

Los once afectados trabajaban en los departamentos de Estadística, el de Computación y el de Tecnología Electrónica. Un director de uno de los departamentos afectados, que pide anonimato, está muy descontento con la manera de proceder del rectorado. Asegura que se enteró de los despidos de su personal a través de un email que recibió el viernes pasado, el mismo día que se recibieron los burofaxes. “Han despedido a personal contratado fijo sin que haya sido aprobado por el Consejo de Gobierno, que representa a toda la universidad”, se queja. El último consejo se celebró el pasado 22 de junio. En ningún punto del orden del día se menciona la difícil situación económica que sufre esta universidad.

El despido de personal con contrato indefinido es inaudito en las universidades madrileñas, según Marcelino Prado, de UGT. De hecho, a este representante sindical no le consta que ninguna otra haya tenido que recurrir aún a despidos de docentes para ajustarse al recorte. La URJC empezó a echar a profesores en julio, al no renovar a unos 200 asociados, un tipo de contrato que se firma cada curso.

Ante la falta de información, unos 250 profesores se reunieron el pasado 13 de julio con el vicerrector de Ordenación Académica, Fernando Suárez. Ángel, uno de docentes en la calle,recuerda que el vicerrector les aseguró en varias ocasiones que los despidos afectarían solo a los contratos temporales y no a los fijos. “Suárez se comprometió y los fijos nos fuimos más tranquilos a casa”, explicaba ayer. Apenas 20 días después llegaron las cartas de despido. Este ingeniero de minas, de 46 años, llevaba ocho años trabajando en la URJC y tenía varios proyectos de investigación firmados con la universidad. No sabe qué va a pasar con ellos ni con los investigadores que estaban a su cargo. “Tampoco me atrevo a contárselo a mi chica, que está embarazada”, dice.

El departamento más afectado ha sido el de Estadística, donde trabajaban siete de los once docentes que se han ido a la calle. De sus 13 profesores, solo se quedan los que tienen plaza por oposición. Varios de ellos relacionan el hecho de que muchos despidos se concentren en Estadística con el enfrentamiento que mantiene el rector, Pedro González-Trevijano, con uno de los catedráticos de Estadística, David Ríos. Ríos, que se presentó a las últimas elecciones, recurrió la candidatura de González-Trevijano al considerar “fraude de ley” que concurriera por tercera vez. El Tribunal Superior de Justicia le dio la razón, pero Trevijano acudió al Constitucional, que mantiene la decisión en suspenso.