Alvin Reyes
Se
ha hecho común entre los dominicanos la frase o expresión “aquí ya no quedan
hombres” ante la mansedumbre demostrada por ellos mismos frente a todos los
males que aquejan al país como la corrupción política, la delincuencia y demás males
sociales ancestrales que venimos padeciendo. La expresión hace referencia, quizá,
a nuestros antiguos héroes: los independentistas, los restauradores, los mal
llamados gavilleros que combatieron al invasor de 1916, los expedicionarios del
1959, los caídos en Las Manaclas, los que combatieron junto al Coronel de Abril
y los que, posteriormente, se inmolaron con él, hasta llegar a todos los
muertos de los doce años del balaguerato y todo un largo etcétera en nuestra
historia.
Este
cambio de actitud de los dominicanos ha sido motivo de varias conversaciones
que hemos tenido con diferentes personas y fue un tema que desarrolló Melvin Mañón
en “Operación Estrella”. Como se ha logrado revertir el espíritu de lucha que
siempre ha caracterizado al dominicano? Cuales mecanismos ha utilizado el sistema
para contrarrestar dicho ímpetu? De que labor de “contrainsurgencia” se ha
valido el gobierno para mantener apática a nuestra juventud? He tenido la
certeza de que todo el proceso se inició con el modelo desarrollista de
Balaguer en los años 70 y con todo el movimiento que surgió en el mundo
occidental, durante la Guerra Fria, luego de las revueltas de los 60 de llevar al
mundo una prosperidad basada en la minifalda, la píldora, el cine de evasión,
la marihuana, etc.
Es
en este momento cuando conozco al escritor Rene Peguero Rodríguez quien tuvo la
gentileza de dedicarme un ejemplar de su novela “Memorias de un anfibio”…y zas!
con esta novela he terminado de entenderlo.
Los
personajes de la novela no son aquellos dominicanos atormentados por la política
ni las luchas clandestinas de los cuentos de Marcallé Abreu. Los actores de “Memorias
de un anfibio” son el arquetipo del hedonista. “El peje”, “La flaca”, “La china”,
“Las gorditas”, Luis Alberto, “El barraco” viven sus días y sus noches en busca
de los placeres de la carne, en busca de la diversión, el alcohol y el sexo fácil.
Son
dominicanos iguales que los citados en el primer párrafo, acaso igual de
patriotas. Tal vez tan o más dominicanos que los que alguna vez empuñaron un
fusil para defender la bandera. Pero estos dominicanos del inicio de los 80 habían
sido adoctrinados para desear otras cosas. Con conocimiento propio de la época Rene
Peguero nos va llevando por inventario de marcas emblemáticas de la época,
Jordache, Rebook, Marlboro, Johnnie Walker, esas marcas que te proveen de una
personalidad a la altura de la época. También desfilan los héroes de la época Kaliman,
el hombre nuclear, los comics de la época, etc. Así los dominicanos de
entonces, y los de ahora más, procurando estar a la altura y poder ver la
vedetto Ed Bachan en La fuente, el poder disfrutar de una noche de baile en
Astromundo o Luiggis, no tenían tiempo ya para andar pensando en los problemas
sociales y mucho menos en revoluciones. Aquellos dominicanos que unos años
antes desafiaron el poder abarrotando el Palacio de los Deportes en la
legendaria manifestación de “Siete días con el pueblo” ahora acudieron por
miles a apoyar a su héroe, al “campeón de la bolita del mundo” Jack Veneno, en
uno de los combates más épicos de la historia de la lucha libre en El Caribe, así
de apoyar un grupo de artistas antisistema nos decantamos por aplaudir hasta el
delirio a dos gladiadores en un combate de dudosa realidad.
“Memorias
de un anfibio” es un recorrido sórdido por la vida de unos personajes cuyo único
deseo y finalidad era llegar al fin de semana para salir a beber, a bailar, fumar
marihuana, “ligarse” una pareja y hacer el amor hasta el amanecer. Tan detallado
esta esta metamorfosis del pensamiento dominicano en esa época que en el único momento
de la novela en que se menciona una gesta heroica el protagonista interrumpe y
se lleva a bailar a quien habla quedando sepultado el 14 de junio bajo los acordes
de un merengue de Johnny Ventura.
“Le
pregunté si ya no lo quería y me respondió que a él lo habían matado en los
doce años de Balaguer porque era miembro del 14 de Junio. Yo, para cambiar el
tema, la invité a bailar el merengue “La Agarradera”. [i]
No
estoy seguro de las intenciones de Rene la ir escribiendo la novela, no le conozco
lo suficiente para saber de si estaba siendo consciente de que su obra retrata
el fin de la lucha por los valores y el inicio de una vida basada en la búsqueda
perpetua de los placeres de la carne.
Nota: No soy crítico literario, ni esto es una
crítica, mis inclinaciones van más cerca de la química, la filosofía, la
historia y la sociología, esto es más el reconocimiento de un trabajo que, para
nosotros, tiene el mérito que compartimos más arriba
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