Ya no es una sorpresa para nadie,
es una noticia habitual en la prensa deportiva la de los jugadores acusados o
culpables de dopaje. No bien nos estamos recuperando del caso de Lance
Armstrong cuando estalla lo de la clínica de genética de Miami donde según reportes
Alex Rodríguez, Nelson Cruz, Melky Cabrera y un grupo de astros del beisbol recibían
inyecciones de esteroides.
Lo común cada vez que estallan
los escándalos es que se acuse de
tramposos a los deportistas que consumen esteroides negándoles hasta el derecho
de entrar al nicho de los inmortales, en el caso del beisbol o se les retiran
los premios obtenidos en el periodo, como en el caso de Armstrong. Con toda la
condena al ostracismo que esto conlleva.
Una parte de la sociedad se
asombra entonces y se pregunta “cómo es posible que estos muchachos incurran en esto?”. “No saben los
riesgos para su salud que esto conlleva y que además puede costarle la carrera?”.
Pero los que así razonan no toman en cuenta algo muy importante: desde
el punto de vista de la sociedad en que vivimos el riesgo vale la pena.
Y para ilustrar lo que quiero
decir usare el beisbol como ejemplo. Para un pelotero que tenga la capacidad de
batear 275 de promedio, conectar 13 jonrones y empujar 55 carreras de manera
natural el hecho de que, usando sustancias químicas, pueda elevar sus estadísticas
de producción y batear 303, 37 jonrones y 106 carreras, este desarrollo puede
significar decenas y cientos de millones. Veamos estos contratos:
1) Alex Rodríguez (27,5 millones por años)
2) Ryan Howard (25 millones)
3) Cliff Lee (24 millones)
4) Albert Pujols (24 millones)
5) Prince Fielder (23,78 millones)
27
millones de dólares en un año y toda la fama y la gloria que eso conlleva es
demasiada tentación. Los equipos deportivos, las marcas de ropas y de autos,
etc, los contratos de las cadenas de televisión han creado una dinámica de
contratos jugosos que han hecho que el consumo de esteroides sea un riesgo que
no pocos atletas se atrevan a asumir.
Es
cierto que el que consume sustancias es un tramposo pero también la cultura del
éxito a toda costa que estamos viviendo hace que la tentación sea grande, además
si los contratos deportivos no fueran tan exageradamente grandes todos nos beneficiaríamos.
Cómo?.
Sencillo.
Si el sueldo más alto que un equipo de beisbol pagase fuera de 3 o 5 millones por año, una cantidad
que cualquier profesional de cualquier carrera ya soñaría con ganar, las entradas
a los estadios fueran más baratas, la comida y la bebida dentro del estadio costaría
menos, los contratos de televisión fueran menores por lo que su factura de tele
cable costaría unos pesos menos.
Pero
como escribía el difunto y siempre recordado Tano Martino eso corresponde a la
isla de la fantasía.
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