Por Melvin Mañón
Pocos entenderán y aun menos estarán de
acuerdo con lo que a continuación leerán, si es que lo hacen. No importa,
ocurrirá de todas maneras. En realidad, está ya ocurriendo.
"En las postrimerías de esta centuria ha
sido posible, por primera vez, vislumbrar como puede ser un mundo en el que el
pasado ha perdido su función, incluido el pasado en el presente, en el que los
viejos mapas que guiaban a los seres humanos, individual y colectivamente, por
el trayecto de la vida ya no reproducen el paisaje en el que nos desplazamos y
el océano por el que navegamos. Un mundo en el que no sólo no sabemos adonde
nos dirigimos, sino tampoco adónde deberíamos dirigirnos.
Esta es la situación a la que debe
adaptarse una parte de la humanidad en este fin de siglo y en el nuevo milenio”
Eric Hobsbawm, Historia del Siglo XX,
pag. 26 . (Crítica, Barcelona).
Tardé años en encontrar la respuesta.
Cuando los animales se aventuran fuera de sus aguas, más allá del territorio
que dominan, los peligros se
multiplican, la incertidumbre los abruma, hacia lo desconocido, la especie
retrocede en busca de aguas y territorios conocidos. Los humanos, no somos ni
seremos distintos y no pude darme cuenta antes de que, en la formulación misma
del dilema planteado por Hobsbawn estaba contenida la respuesta.
Todas las crisis que hoy se dan cita en
cada país, sin excepción, se caracterizan por no tener solución conocida. La recesión económica, la locura colectiva,
el desenfreno social, las mil y una dolencias físicas y mentales de esta
humanidad, el calentamiento global, la violencia, los grandes cambios
demográficos, ni la bancarrota de los partidos, gobiernos y políticos tienen
solución. La certidumbre de esta
ausencia abruma a millones de personas, desencanta, confunde, desmoraliza y
aturde. Tanto el experto como el lego se dan cuenta, cada uno a su nivel de que
el progreso, la prosperidad, la modernidad, el consumo y el estilo de vida
actual, como los conocemos hoy, no tienen manera de continuar porque, no son
económica, ecológica ni socialmente
viables. El futuro ahora es una bruma impenetrable.
Haremos como los animales, empezaremos a
recorrer nuestros propios pasos, con timidez, desgano, resignación y no sin
cierta resistencia, pero lo haremos no porque haya sido una elección sino y
justamente porque no había posibilidad de elegir. Es solamente cuestión de
tiempo y no mucho.
La humanidad no se suicida aunque su
conducta depredadora sea capaz de crear las condiciones para el suicidio. Me
refiero al acto voluntario y producto de una decisión no a las consecuencias
inadvertidas e indeseables del accionar humano. El futuro, como continuación
del pasado reciente se acabó. Nuestra única posibilidad de supervivencia como
pueblo, como humanidad y como especie será la de adaptarnos a un mundo cada vez
mas hostil, cambiante, impredecible;
encontraremos menos de todo. Vamos de regreso a recorrer algunos de
nuestros propios pasos porque es la única dirección posible que empezará a
resurgir haciéndose evidente, visible, a medida que este mundo absurdo se
desmorona.
Como los autos que un día rompen la
transmisión en cualquier sitio y quedan paralizados, esta sociedad rompió la
transmisión en algún punto del desierto. La humanidad tendrá que decidir si se
aventura a cruzarlo sin saber hasta donde llega ni que parte ha recorrido o si,
tras superar el escollo y la imposibilidad, decide devolverse y yo, por primera
vez, no tengo dudas de que la humanidad, sin desmedro de la conducta de algunos
locos, va a decantarse por devolverse aunque…… lo hará sin percatarse de que
ese regreso puede ser infinito…. En vez de ser mas ricos, gastar mas en lujo,
consumir una tajada mayor de la prosperidad adquirida con el desarrollo
científico y tecnológico los que tienen dos autos se quedarán con uno, los de
motocicleta descenderán a bici y los de esta, caminarán a pie. La Ley degradada
por el abuso dejará espacio al regreso de la costumbre y del derecho
consuetudinario; la educación regresará al hogar tras la bancarrota de la escuela
pública, el confort derivado de la automatización, perdido y estrangulado, dará
lugar a una nueva humanidad obligada a emplear el tiempo en manualidades de
regreso al trabajo, la naturaleza y la tierra. Al final, la población rural,
que no ha cesado de disminuir en los últimos 100 años empezará a aumentar; lo
manual y mecánico será revalorizado a expensas de lo automático y lo
electrónico. Será así o será el acabose. Como la famosa canción de REM un grupo
norteamericano de finales del siglo pasado, la misma época a la que se refería
Hobsbawn: “It´s the end of the World as we know it, and I feel fine” (Es el fin
de este mundo que conocemos y me parece genial)