El otro día en un supermercado de Santo Domingo Oeste cuando
me dirigía a buscar un poco de pan vi una fila larga en el área de panadería,
para mi sorpresa estas gentes esperaban por pan. Pero un momento, me dije, no
estamos en una guerra, no hay escasez de harina, no viene un ciclón. Pero estas
personas no son capaces de si no hay pan elegir otra cosa o elegir otro tipo de pan. Las personas que así actúan son
consumidores y actúan condicionados por el mercado. Quiero ese tipo de pan y me
tomare media hora del día esperando que me hagan ese pan. Es igual que cuando
sale un modelo nuevo de celular o viene una película nueva: una semana antes
empiezan las colas en los establecimientos.
Pensando en esto me llego a la mente la serie de
experimentos realizados por el ruso Pavlov estudiando el comportamiento de los
perros ante distintos estímulos. Buscando información que me permitiera asociar
los consumidores con los perros de Pavlov me encontré con este pequeño trabajo
que creo que resume perfectamente el comportamiento de los consumidores:
Publicado en: Cuarzo liquido
Nosotros y los perros de Pavlov
Darío dijo:
...La validez universal del principio “la mayoría manda” pareciera confirmar esto y el origen de la necesidad de funcionar de acuerdo a grandes corrientes de opinión para disfrutar la euforia de expandir y magnificar virtualmente nuestro yo y fundirlo en la muchedumbre superando artificialmente la propia sensación de pequeñez.
Todos los que portan el collar de Pavlov se reconocen y aceptan muy bien, pero suelen detestar a los pocos que han logrado quitárselo y pensar por sí mismos para lograr la verdadera libertad y conciencia individual.
Lamentablemente, la muchedumbre suele sentirse agredida por quienes piensan de manera diferente, aunque estos sean sabios, santos, o genios, y la historia nos muestra infinidad de ejemplos concernientes.
En la próxima Navidad pensemos conscientemente y evitemos que la campana de Pavlov nos arrastre a un consumismo desenfrenado que puede tener efectos catastróficos, como podemos ver en el video llamado “El Origen de Las Cosas”.
Creemos que tomamos nuestras propias decisiones, pero también estamos, como los perros de Pavlov, amarrados al collar del condicionamiento familiar, social, educacional, y comunicacional, gobernados por mandatos y creencias que no se han originado en procesos cognitivos superiores sino en “la campana de Pavlov “, representada por el múltiple condicionamiento a que estamos expuestos en virtud de múltiples fuentes interesadas en poseer nuestros cerebros y así determinar nuestra conducta para hacernos comprar desde un mp3 a un candidato a la presidencia de un país. Pues claro, si no fuera así no se necesitarían 700 millones de dólares para financiar una campaña presidencial.
Tampoco, por cierto, existirían las agencias de publicidad, no tomaríamos bebidas cola, ni sufriríamos de adicción al consumismo.
¿Estaremos, sin saberlo, amarrados también al mítico collar de Pavlov? Toca tu cuello y quizás logres percibir este molesto adminículo que actúa de forma “light”, sin que lo sepamos, condicionando nuestra conducta mediante la agradable aunque no necesariamente humana sensación de pertenecer a la muchedumbre, el rebaño, o como se le quiera llamar.
¿Habrá fracasado el intento evolutivo del hombre?
¿Poseemos realmente una capacidad cognitiva individual basada en una conciencia desarrollada o nos limitamos a copiar mediante nuestras neuronas espejo todo lo que otros hacen?...
...La validez universal del principio “la mayoría manda” pareciera confirmar esto y el origen de la necesidad de funcionar de acuerdo a grandes corrientes de opinión para disfrutar la euforia de expandir y magnificar virtualmente nuestro yo y fundirlo en la muchedumbre superando artificialmente la propia sensación de pequeñez.
Todos los que portan el collar de Pavlov se reconocen y aceptan muy bien, pero suelen detestar a los pocos que han logrado quitárselo y pensar por sí mismos para lograr la verdadera libertad y conciencia individual.
Lamentablemente, la muchedumbre suele sentirse agredida por quienes piensan de manera diferente, aunque estos sean sabios, santos, o genios, y la historia nos muestra infinidad de ejemplos concernientes.
En la próxima Navidad pensemos conscientemente y evitemos que la campana de Pavlov nos arrastre a un consumismo desenfrenado que puede tener efectos catastróficos, como podemos ver en el video llamado “El Origen de Las Cosas”.
Fuente: Darío Salas Sommer @IFHblog
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