He encontrado este artículo
en The Guardian del cual traduje algunos parrafos de manera libre para
edificación de los que tienen la gentileza de visitar este blog:
El artículo más
estúpido que he escrito, en la década de 1990, predijo que Internet
beneficiaría sólo a dos grupos de personas: abogados y pornógrafos. Estaba
equivocado. Yo y millones de otros nos hemos beneficiado enormemente de esta
innovación. Pero yo tenía razón en un aspecto: que sus bendiciones serían
mezcladas.
No pasa un día sin
quejas apocalípticas contra Internet. Promueve la pedofilia, el acoso, el
trolling, la humillación, la intrusión, la acusación falsa y la difamación. Ayuda
al terrorismo, a la guerra cibernética, a la mentira política, a las noticias
falsas, a la censura estatal y a la injusticia sumaria. Enriquece a unos pocos,
evade impuestos, no respeta fronteras y obliga a millones de personas a estar
desempleados.
Las compañías de
Internet, mientras pretenden que no son empresas de publicidad, manipulan y
censuran noticias. Ven a los humanos como fábricas de algoritmos, agrupadas
para obtener los máximos ingresos publicitarios. La "aldea global" no
es un pueblo en absoluto, sólo trillones de consumidores zombies conectados a un teléfono. ¿A quién en la Tierra se le
ocurrió que esto podría ser una buena idea?
El nuevo libro de
William Storr, Selfie, argumenta que los medios sociales nos hacen a todos,
incluidos los niños, más solitarios y aún más narcisistas. Esto ha significado
aumentos en las tasas de "autolesión, trastorno alimentario, depresión,
ansiedad y dismorfia corporal". O, como Michael Harris lo pone en su
estudio de la nueva soledad, los jóvenes están "volviéndose socialmente
obesos, engordados en una conexión constante, pero nunca debidamente
alimentados".
Si nos viésemos amenazados
por un virus desenfrenado, un cambio climático o un ejército invasor, habría un
clamor. Se convocarían conferencias, se reunirían las Naciones Unidas y se
firmarían tratados. Pero debido a que el daño está contenido en nuestro jardín
más secreto, la salud mental, el problema se trata como "el precio que
pagamos" por las maravillas de Internet. Los expertos no pueden entender
que el Internet podría se haya convertido en una maldición en lugar en una bendición.
Nunca una industria ha
alcanzado tal dominio global con tan poca regulación. Los motores de búsqueda
son como si a los coches en autopistas se les permitiese andar sin frenos o
cinturones de seguridad. El fracaso de regular estas corporaciones masivas, y
mucho menos de hacer que tributen adecuadamente, es el pecado más grosero de
los gobiernos modernos. Su tamaño y alcance les permite ignorar el daño que
hacen.
A medida que la
industria se concentra en monopolizar los millonarios gastos publicitarios de
los gobiernos, estos ignoran la llamada “Dark Web”, que satisface los gustos
mas ya sean sexuales, financieros e
incluso militares. En lugar de frenar la intrusión masiva en la privacidad personal,
los gobiernos se dieron cuenta - como Edward Snowden reveló - de que esta
intrusión podría servir a sus propios fines. El estado y los “mass data”
comenzaron la asociación más profana en la historia comercial.
Articulo original en inglés: