Artículo
original: The Disease of Being Busy por Omid Safi. Traducido por Alvin Reyes.
Hace unos vi a una querido
amiga. Me detuve para preguntarle qué tal le iba, cómo estaba su familia. Ella miró hacia
arriba y en voz baja suspiró: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas
ahora mismo.”
Casi
inmediatamente después, me encontré a otro amigo y le pregunté qué tal estaba. De nuevo, con el mismo tono, la misma respuesta: “Estoy muy ocupado,
tengo mucho que hacer.”
El tono
era cansado, incluso exhausto.
Y no son
solo los adultos. Cuando nos mudamos a Carolina del Norte hace diez años,
estábamos excitados por mudarnos a una ciudad con buenos colegios. Encontramos
un vecindario muy diverso con muchas familias. Todo se sentía bien y correcto.
Después
de instalarnos, visitamos a uno de nuestros vecinos y les preguntamos si
nuestras hijas podrían conocerse y jugar juntas. La madre cogió su teléfono y
empezó a mirar la agenda y luego dijo: “Tiene un hueco de 45 minutos en las
próximas dos semanas. El resto del tiempo tiene gimnasia, piano y clases de
canto. Está muy ocupada.”
Estos
hábitos horriblemente destructivos empiezan pronto, muy pronto.
¿Cómo
hemos terminado viviendo así? ¿Por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por
qué les hacemos esto a nuestros hijos? ¿Cuándo se nos olvidó que somos seres
humanos y no humanos que hacen?
¿Qué
pasó con el mundo en el que los niños se ensuciaban con lodo, destruían todo y hasta
se aburrían? ¿Queremos tanto a nuestros
hijos que los hemos sobrecargado de tareas y les hacemos sentir igual de estresados?
¿Qué
pasó con el mundo en el que nos sentábamos con la gente que queríamos y teníamos
largas conversaciones sobre nosotros
mismos, y donde no había prisa por
terminar?
¿Cómo
hemos creado un mundo en el que que cada vez tenemos más cosas que hacer con menos tiempo
libre, menos tiempo para reflexionar, menos tiempo para simplemente… ser?
En
algún lugar hemos leido: "La vida no examinada no vale la pena ser vivida
... por un ser humano." ¿Cómo se supone que vamos a vivir, para examinar, para
ser, para llegar a ser, para ser plenamente humanos cuando estamos tan
ocupados?
Esta enfermedad de estar
“ocupado” es espiritualmente destructiva para nuestra salud y nuestro bienestar.
Reduce nuestra capacidad de concentrarnos completamente en nuestros seres
queridos y nos separa de convertirnos en el tipo de sociedad que deseamos.
Desde
los 50 hemos tenido tantas innovaciones tecnológicas que pensábamos que nos harían
nuestras vidas más fáciles, más rápidas, más sencillas. Pero hoy no tenemos más
tiempo libre que hace algunas décadas.
Para
algunos de nosotros, “los privilegiados”, las líneas entre el trabajo y la vida
personal han desaparecido. Siempre estamos pegados a algún dispositivo. Todo el
tiempo.
Los teléfonos
inteligentes y los laptops han roto la barrera entre la oficina y nuestra casa. Cuando los
niños se van a la cama, volvemos a conectarnos.
Una
de mis rutinas diarias es revisar la avalancha de correos. Me refiero a esto
como mi yihad contra los email. Vivo enterrado bajo cientos y cientos de correos, y
no tengo ni la más remota idea de cómo hacer que se detenga a pesar de haber
intentado innumerables técnicas… Pero siguen llegando, en cantidades ingentes:
correos personales, correos del trabajo, etc. Y la gente espera una respuesta a
esos correos. Pero sucede que estoy demasiado ocupado.
La
realidad es muy diferente para otros. Tener dos trabajos en sectores mal
pagados es, para algunos, la única forma de mantener una familia a flote. El
veinte por ciento de los niños de EE.UU. viven en situación de pobreza y muchos de sus padres trabajan por
salarios mínimos para poner un techo sobre sus cabezas y algo de comida en la
mesa. Estamos demasiado ocupados.
Los
viejos modelos, incluyendo el del núcleo familiar en el que sólo un padre trabaja, se han
terminado para muchos de nosotros. Sabemos que existe una mayoría de familias con
ambos padres trabajando. Y no funciona.
No
tiene que ser así.
En
muchas culturas musulmanas, cuando quieres saber qué tal le va a alguien, preguntas:
en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo está tu haal?
¿Qué es ese haal por el que se pregunta? Es una palabra
para preguntar por el estado del corazón de una persona. En realidad
preguntamos “¿Cómo está tu corazón en este momento exacto? Cuando le
preguntamos a alguien“¿Qué tal estás?”,
esto es exactamente lo que queremos saber de la otra persona.
No
pregunto cuántas cosas tienes que hacer,
no pregunto cuántos correos tienes pendientes de leer. Quiero saber cómo estás
en este preciso momento. Cuéntame. Dime que tu corazón está contento, dime que
tu corazón está dolorido, que está triste y que necesita contacto humano.
Examina tu corazón, explora tu alma y después cuéntame algo sobre tu corazón,
sobre tu alma.
Dime
que recuerdas que sigues siendo un ser humano, no sólo un humano que hace cosas.
Dime que eres algo más que una máquina de hacer deberes. Habla conmigo, tócame.
Vamos a hablar ya reírnos juntos aquí y ahora.
Pon
tu mano en mi hombro, mírame a los ojos y conectate conmigo por un segundo.
Cuéntame algo sobre tu corazón y despierta al mío. Recuérdame que yo también
soy un ser humano completo que necesita contacto con otros humanos.
No tengo soluciones mágicas. Lo único que sé es que estamos
perdiendo la capacidad de vivir plenamente.
Necesitamos
una relación diferente con el trabajo y la tecnología. Sabemos lo que queremos:
una vida con significado, sentido de comunidad y una existencia balanceada. No
es sólo tener el Iphone mas reciente. Queremos
ser completamente humanos.
W. B.
Yeats escribió una vez:
“Se
necesita más coraje para escudriñar los rincones oscuros de tu propia alma que
la que necesita un soldado para luchar en el campo de batalla.”
¿Cómo exactamente se supone
que debemos examinar los rincones oscuros de nuestra alma cuando estamos tan
ocupados? ¿Cómo se supone que vamos a vivir la vida plena?
Siempre soy prisionero de la esperanza, pero me pregunto si
estamos dispuestos a reflexionar sobre cómo hacerlo y sobre cómo vivir de otra
manera. De alguna forma, necesitamos un modelo diferente de reorganización
individual, social, familiar y humanitario.
Quiero
que mis hijos se ensucien, que sean desordenados y que incluso se aburran, que
aprendan a ser humanos. Quiero que tengamos un tipo de existencia en el que
podamos detenernos por un momento, mirarnos cara a cara, a los ojos, tocarnos y
decirnos mutuamente “es así como se siente mi corazón”. Me he tomado el tiempo de reflexionar sobre mi propia
existencia; estoy lo suficientemente en contacto con mi propio corazón y alma
para saber cómo me siento y para saber cómo expresarlo.
¿Cómo
está tu corazón hoy?
Déjame
insistir en un tipo de conexión humano-a-humano en la que cuando uno de
nosotros responda “Estoy muy ocupado”, podamos responder “Lo sé. Todos lo
estamos. Pero quiero saber cómo está tu corazón.”