viernes, 2 de diciembre de 2011

La rebelión de los economistas


Por MIGUEL CEARA-HATTON. Publicado En HOY

En noviembre unos estudiantes de Harvard abandonaron en bloque el curso de introducción a economía, en protesta por la enseñanza de un “pensamiento económico único”. El profesor era el conocido Gregory Mankiw, ex asesor de Bush y autor de un manual muy popular de enseñanza de la economía. Este movimiento se está repitiendo en muchas universidades alrededor del mundo.

La línea cuestionada es la neoclásica (marginalismo), que define la economía como “la ciencia que estudia la asignación óptima de recursos escasos a fines alternativos”. Esa visión parte del “individualismo metodológico” donde la sociedad ni los grupos existen. Hay solamente individuos, absolutamente independientes entre ellos, cuya única forma de ser racional es maximizando su utilidad. Son sujetos que operan en mercados de competencia que se autoregulan y disponen de todo el conocimiento necesario para tomar decisiones, donde los precios reflejan “escasez”. Asumen que el realismo de los supuestos para el análisis es irrelevante, la actividad económica opera en una tendencia al pleno empleo y está determinada por la oferta.

Frente a ellos hay otras escuelas, como la poskeynesiana, cuya preocupación no es optimizar la asignación de recursos escasos, sino superar la escasez cuando existe. Es decir, es el estudio de cómo los sistemas económicos pueden expandir su producto a través del tiempo creando, produciendo, distribuyendo y utilizando el excedente social.

Esta visión parte de reconocer que el individuo es un ser social, cuyas preferencias se forman en sociedad y no existen soluciones óptimas. Los mercados no se autoregulan, hay incertidumbre radical y no hay una tendencia “automática de mercado” al pleno empleo. Asumen que el nivel de actividad económica está determinado por la demanda y el pleno empleo es fortuito. Se preguntan más por los “macrofundamentos” de la micro-economía, que de lo inverso. Asumen que el dinero es endógeno, los precios no reflejan escasez y la distribución del ingreso no es un resultado únicamente económico.

La visión del “pensamiento único” ha formado, durante años, a generaciones de economistas en el mundo, aprendido en manuales (poco rigurosos) y cuyo fin ha sido la apología y reproducir el “status quo”. El “pensamiento único” tiene una cuota de responsabilidad de la crisis actual, además de la pobreza y exclusión social en el mundo, o como dicen los estudiantes de Harvard, de ser responsable de la “inequidad en América”

Hay muchas otras escuelas de pensamiento económico, de gran rigurosidad. Rechazo el pensamiento único, reivindico la heterodoxia y la rigurosidad analítica. Entiendo que no puede hacerse política económica al margen de un profundo conocimiento (aunque crítico) de la teoría económica. Lo contrario es actuar en el vacío. Pues como decía Keynes, aun aquellos hombres prácticos que se creen exentos de toda influencia intelectual son esclavos de un economista difunto.

Ver: Maxima indigancion en Harvard


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